Los cuatro hombres tristes que rodeaban cada palabra con un sorbo más a sus copas. Rebosaban inquietudes por actitudes no aptas y a las señoras mayores que apoyaban los codos en las ventanas cada mañana aludían con un buenos días. Las líneas de la carretera para ellos eran simples trozos hilados a una gran mancha negra, carecían de significado.
Nunca apagaban la luz por si algún mosquito no encontrase el camino y con cada sorbo hacían que cualquier poeta pareciese cualquier limosnero mendigando pan.
Y a las faldas no le faltaban sus ocho ojos curiosos.
No vamos a proclamar vencedores por miradas distraídas.
3 comentarios:
Wow, me encanta cómo te expresas, de verdad.
Es genial :)
Un saludo (L)
Es verdad, tenés una forma de expresarte muy extraña y por eso atrapante. Seguiré leyéndote y te recomendaré.
éxitos y abrazo.
Lo de las faldas nunca cambia ¿eh?
Pd: Querida Ana , a estas alturas de nuestra relacion bloguera he renunciado a comprenderte asi que ya solo disfruto con lo bien que suenan las palabras xD
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