Lousille.

La chica traviesa de pelo plateado que solía fruncir el ceño con tal descaro ante la gente que más de una vez se llevó algún palo. Era la única que parecía entender el idioma de los gatos y con su pelo enmarañado y desaliñado enredaba a cualquiera en una conversación.
 Sí, el peine lo tenía de decoración pero el corazón lo usaba a cada instante de su vida y tal vez por ello le falló alguna vez más de lo contado.

Con sólo treinta centavos en el bolsillo, algún chicle y sus queridas gafas de sol, regalo de su padre, abordaba sus días. Y su cuaderno de dibujos, todo un cuaderno lleno de ellos, de animales, de sonrisas, de sonrojos, de descosidos y de inopias.
Sabía ya desde muy pequeña, ( pues ya desde los dos años era fiel a sus principios, si bien decidía que la comida servida una vez en la mesa no llegaría nunca a la basura ) que no había venido a este mundo para cambiarlo.

 No, pero ella sabía desde hace mucho que no vino al mundo con las mismas ideologías maníacas que este mismo. Ella sonreía y amaba. Ella leía, soñaba y dibujaba.



Ella era ella y no otra.
Hoy no voy a querer nada que no pueda tener.






                                          ☆ 






He tenido suerte de encontrar una foto que concuerde con lo que acabo de escribir :)