Cuando despierto y el colchón parece en calma, mientras que mi cuerpo se resiste a aceptar esa realidad, todo en mí es un acertijo ¿ De dónde viene esa inquietud que oprime mi pecho? Las pesadillas se manifiestan en segundos y recuerdo los niveles que fui subiendo hacia las nubes. Antes sólo eran las diez de la mañana y minutos después mi teléfono sonaba, tu foto de fondo inaugurando una nueva sonrisa. Te contaba mi intranquilidad, mi desasosiego, anestesiabas mis oídos y con ello calmabas el lago de mis desidias. Jamás volveré a encontrar tu mano en mis amaneceres y tus ojos que se teñían de ternura al contemplar mi tez sobre la almohada. Y lo único que me desesperaba ante mi escritorio era el reloj impune a mis súplicas.
Era cómo el pequeño pájaro que impaciente se hallaba en su jaula a la espera de que su piar atrajera a los rizos dónde escondía sus lágrimas.
1 comentario:
Wow... es precioso, de veras... melancólico... pero muy, muy hermoso =)
Escribes genial, un saludo :-)
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