Le dijo: ¡Entra! - Y empujó de tal manera que le hizo un bollo del tamaño de una pelota de baseball. Tú, que enciendes mis caminos, a ver si iluminas las ideas y dejas de adornarme cada palabra del alfabeto. Tú, que rompes con mi calma, no contraigas las ganas, acaban pasando factura.
Tengo dos aros de fuego a mi alcance, ni a izquierdas ni a derechas puedo tan siquiera desplazarme, he estado mucho tiempo anclada en esos movimientos faltos de fluidez, concordancia y sentido.
Cavilas y caes, encuentras y construyes tu realidad.
Hoy quiero expeler todo el aire.
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