Que alguien me baje de este edificio y si no, bajo yo hasta el último piso, coronada por corrientes de aire que harán crujir todo mi cuerpo en segundos y así el hormigón se pegará un festín con mis restos.
Que ya no queda oro, que sólo es agua. Tus dedos ya no me dictan los días así que yo elijo que número es hoy sin importar si es impar.
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