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sábado, 16 de junio de 2012

Un manto de luz.




Porque no se puede matar simplemente al pasado. No podemos atiborrar a nuestras manos de semejante placer. El opio de tu belleza no te dejaba ver que los espíritus nobles escaseaban de la más mínima pureza, el retoño es hermoso pero condenádamente ignaro. Terciar entre el placer o la justicia, afanando al puro deseo de la felicidad. Qué ridiculez. ¿Cómo pudo alcanzar la cumbre semejante bochorno? La realidad es que aún habiéndote curtido entre exquisitos manjares literarios, entre las exuberancias del arte y los más mínimos detalles que embelesan la vida de quienes pueden permitírselo quedaste estancado en el mismo día de tu renacer. Un muchacho insolente, al que, a través de los susurros de un galán que vivía la vida a través de su propio escenario, manipuló y marchitó el júbilo de la promesa de otro Alejandro Magno. Tan sólo podías ver la belleza en los objetos que adornaban el mundo, mientras que las personas para ti desempeñaban el papel de instrumentos con los que asediabas el camino.
La riqueza de la vida no se haya tras los logros de portentosa intelectualidad, eso he aprendido contigo.

Y el galán de noche... ¿Qué decir de ti? Es que hay tanto de ti en mí... Que no sé si es del todo buena idea reconocerlo. Castigaría tu insolencia, ¿Quién, mas que tú, sería capaz de hacer vivir la vida a los demás a través de las palabras? Ilustrabas cuentos para los demás, con el flagelo de las buenas maneras y golpes de voz que sustentaban los cimientos de la realidad, en ello no hay mérito alguno, pero llenas el rompecabezas que solía caminar a pie ciego. Henry, que tan voluptuosamente ha inundado mis calles de la más pura paradoja.

'' Es una triste realidad, pero hemos perdido la facultad de dar nombres encantadores a las cosas. Los nombres lo son todo. Nunca discuto sobre actos. Mi única discusión es sobre las palabras. Esa es la razón por la que odio el realismo vulgar de la literatura. El hombre que puede llamar pala a una pala, debería ser obligado a utilizar una. Es para lo único que está capacitado. - Terminó Lord Henry.
- Entonces, ¿Cómo deberíamos llamarte? - preguntó ella.
-Su nombre es Príncipe Paradójico- Dijo Dorian.
-Le reconozco al instante - exclamó la duquesa.
- No quiero oírlo - se rió Lord Henrry, hudiéndose en una silla-. ¡No hay forma de escapar de la etiqueta! Reniego del título.
- La realeza no debería abdicar - dejó caer sus hermosos labios como un aviso.
- ¿Quieres que defienda mi trono, entonces?
- Sí.
- Te daré las verdades mañana.
- Prefiero los errores de hoy - contestó ella.
- Me desarmas, Gladys - exclamó, imitando su terquedad.
- De tu escudo, Henry, no de tu lanza.
- Nunca arremeto contra la belleza - dijo moviendo la mano.
- Ése es tu error, Henry. Valoras demasiado la belleza.
(...)
- Creo en la raza - exclamó ella.
- Representa la supervivencia del emprendedor. - contestó Lord Henry.
- Se ha desarrollado.
- La decadencia me fascina más.
- ¿Y el arte? Preguntó ella.
- Es una enfermedad.
- ¿Amor?
- Una ilusión.
- ¿Religión?
- El sustituto elegante de la creencia.
- Eres un escéptico.
- ¡Nunca! El escepticismo es el comienzo de la fe.
- ¿Qué eres tú?
- Definirlo es limitarlo. ''
El retrato de Dorian Gray, Oscar Wilde.                                                                          

3 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Si pudiera matar el pasado lo haría cada día.
Que gozo empezar de cero una y otra vez sin recordar nada ni a nadie.

Imilce dijo...

Enraizada estoy a eso de "porque no se puede matar simplemente el pasado".

Te dejo un abrazo, que últimamente vivo volando. Pero no con mis alas.

:)

P MPilaR dijo...

Ante la duda, empezaré a matar el futuro. Da más morbo. Infinitamente más morbo.
Te sigo

Saludos

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