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martes, 29 de noviembre de 2011
Sinestesia.
Dejas tu presente a un lado para ver las imágenes de un pasado no muy lejano que transcurre por las televisiones del país. Jamás concentro tanta ira como cuando mis ojos contemplan la impotencia que aspira a estallar de mi pecho, atravesando cualquier pared.
A veces me pienso y digo que la avaricia recubre al mundo, pero en otras ocasiones contemplo, y mi estructura se deshace con el aleteo de un colibrí.
No recorren panfletos con nombre de gente ''importante'', pero si la sangre de personas con silencio.
No existe clamor que pueda ensordecer las circunstancias que transcurren con desgracia, no existe una señal en el mundo que indique el basta.
Ni aún con Pangea aún existiendo bastaría para detener el propio argumento.
Una vida que se basa en un principio y un final. Un vaso de agua de dónde nadie puede tomar.
Un transcurso de vivencias sin respeto ni igualdad.
jueves, 24 de noviembre de 2011
Dea Filosofía.
El semblante de mi cara ha huido, en pos de su conciencia, por desvergüenza. He llegado a conocer a personas con costumbre de auto-proclamo, he sentido la inopia en su médula espinal, por mucho que mi silencio paciese allí con gusto.
La estulticia apela mi nombre y mi serenidad no concuerda con mi propio presente.
Doy gracias a esa persona que ha derrumbado mis creencias, mis ideas fundamentales, pues ha construido un nuevo horizonte de pura superación propia.
Y aunque no es de mi gusto presentarme ante futuro, pues lo considero inexistente, verbalizaré su existencia con una letanía, que aunque lejos de ser cristiana, reafirma mi propia fe por mí misma.
Patientia, Scientia.
sábado, 19 de noviembre de 2011
Locomoción.
Los versos arrinconados en una esquina, con el temor de que el invierno congele las pasiones de cualquier peregrino. Y el dolor de un lobo, que aúlla con la esperanza de volver a ver a su cría. Es curioso cómo las palabras tienen el poder de hacer daño, así cómo de aliviarlo. Cuanto poder en un simple aspire/vibración. ¿Qué podrá decir el viento en su defensa? Sintiéndose impotente ante la absoluta realidad que se presenta.
¿Qué clausura los labios de una madre cuando descubre el rojo en los ojos de un amado hijo?
¿Qué valor tuvo Cronos en su despecho? Laetitia.
martes, 15 de noviembre de 2011
Desafinado.
Quiero rincones dónde no me coman los señuelos de las sonrisas intrínsecas. Y prefiero escuchar el rumor del viento rastreando células inertes que el gran insufle de aire de la nada. Y puede que contigo quiera pedir un souflé de empuñaduras de cuchillos mal afilados, pero el respeto es algo que regalo con cada sonrisa.
No me interesan tus ansiedades por despechos de otros lares. No requiero la verbalización de todo tu holocausto.
Aparca tus tardes olvidadas en otro rincón que no sea el de mi vulnerabilidad. Desata tus improperios en folios dónde no asedien a nadie.
No me retrates a un rey cuando aún siquiera has llegado a derramar tu propia sangre.
Compenso si hay dicha. Blasfemo por esquinas si todo empieza a arder.
miércoles, 9 de noviembre de 2011
Decisiones incoherentes. ¿Luz roja?
Un nuevo arco-iris asoma despuntando la hoja del árbol que siempre le dio la espalda al sol. Descontento y solo, cavilando durante años el motivo sobre el cual había crecido en aquél llano y no en otro. ¿Por qué rodeado de arbustos y no de frondosos cabezones de ojos miel y virutas rojizas?. Y conoció un hada, que le susurraba cada noche las historias que dejaban tras de sí las estelas de luces de las luciérnagas.
Y sufrió un tremendo desconsuelo al verse enredado con el suelo que le daba la vida.
Cómo aquellos que creyeron volar en lo más alto, y cuando abrieron los ojos descubrieron cómo nuestro comportamiento se asemeja más a los iconos que a los sujetos.
You could say... What the hell?
martes, 1 de noviembre de 2011
Soprano y sartén de palo.
Nuevas expectativas al alcance de una sonrisa partida. Tal y cómo yo lo veo, es una nueva enfermedad a destapar.
Se irá convirtiendo poco a poco en el inconveniente exacto. Todo el ingrediente del que me vida escaseaba. Jamás podré calcular el número de fósforos exactos que hacen que esto estalle, que se manifieste, cómo una dolencia, en mi caso algo tan necesario, tan deseado.
Mis falanges ya no me devuelven el buenos días, ahora sólo andan pendientes de concordar mis gestos.
Apelaré que aunque voy directa a un gran muro, no me da miedo el desenlace, pues me considero experta en distorsionar mi existencia.
Y fundirme en las distracciones que me traen nuevos levantes.
il me dit
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