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sábado, 3 de marzo de 2012

El quinto y sus falanges inquietas.

Las letanías quedaron lejos de sus desvelos y los acordes aguardaron inquietos el silencio, arrastrando la catástrofe de la euforia de aquél escenario. Inaugurando un nuevo paraíso para los oídos ignorantes y avasallando en plenos campos, que ardían entre la discordia del peso de sus palabras.
Reyes que admiraban la hermosura en los anhelos de la muerte.

Marte, aguardando en los silencios del Averno, haciendo plausible sus posturas, que resonando en cada corazón desdichado, alababa el jolgorio y la alegría que se sucedían tras las guerras de los ecos.
El laurel indomable ante la presencia del narciso, que vio crecer sus hojas bajo el tueste de los hermosos atardeceres de los soles, que inauguraban días en honor a su existencia.

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